jigsaw / piece one

Las llaves abrieron la puerta de la Madriguera y Fred pasó exhausto hacia el interior. El verano no daba tregua y en la calle hacía un calor de infarto. Había sido una mala idea salir de casa a esa hora. El paseo por la ciudad no había sido refrescante, igual que el paseo de vuelta hacia el traslador que le llevó hasta Devon. En realidad, la culpa de haber salido a esa hora la había tenido él, que se había despertado a las 11 de la mañana, y tenía que hacerle unos recados al tío Percy antes de la hora de comer. Con todo el apuro se había puesto en marcha hacia la capital británica. Ya le había recogido el duplicado de llaves de la ferretería y el paragüas volador de la tienda, bañado entre gotas de sudor. Después de eso había comprado un libro que le había pedido Louis. Todo en una hora. Además, Se había regalado un helado en Florean Fortescue en el camino de vuelta a casa.

Para su tranquilidad, dentro de La Madriguera la temperatura era mucho más agradable y fresca. Su abuela se encargaba personalmente de mantener las cortinas corridas durante las horas de calor fuerte para que la casa no se calentase. El muchacho de quince años cerró la puerta tras de sí y se quitó la mascarilla con rapidez. A esa altura de la pandemia muggle seguía siendo de mala educación ir por Londres sin bozal. Estupideces. La gente tendía a ser hipocondriaca. Se la guardó en el bolsillo -poco higiénicamente- y anunció su llegada con ímpetu— Fred en la casa. ¿Alguien por ahí? —suponía que sus tíos estaban trabajando y que sus primos no iban a estar allí. Rox se había ido unos días con algunas amigas a no-sé-donde. James estaba entrenando en algún lugar de la ciudad, probablemente muriéndose de calor y poniéndose moreno (o lo más probable, quemándose con el sol). Le gustaba levantarse pronto e irse a jugar al Quidditch. Un flipado. Para Fred los veranos eran un momento tranquilo en el que no hacer nada. Aunque, bueno, ni que durante el curso hiciese mucho.

Se rascó la tripa con exasperación. Llevaba dos días que notaba que algo le estaba sentando mal. Suponía que había comido algo con gluten sin saberlo y aún le quedaba algo en el estómago. Nunca le había dolido en esa parte de la panza, junto al ombligo, pero no le estaba dando más importancia. En realidad, hoy le dolía más que nunca. Igual había sido muy precipitado ese helado. Dejó las compras sobre la encimera de la cocina y se dirigió al salón de la casa. No parecía haber nadie. Se sentó en el sofá y encendió la televisión. Nada interesante. Por suerte tenían MagiClub!, el videoclub de series mágicas. Puso el siguiente capítulo de CSI: Draalens mientras seguía rascándose la tripa. Menuda mierda de helado. Igual también tenía gluten.